viernes, 11 de septiembre de 2009

Monólogo para un extraño.

Hola.

No pude evitar caer en la cuenta de que ambos, solitarios vagamos en el mismo sendero.
No pude, tampoco, evitar ver tu mirada entre la multitud que, si me permites decirlo: Es una entre un millón.
Disculpa la molestia, sé que no me conoces y sé también que podría sonar como un cliché si posara mis ojos en la puerta de tu alma y te entregara mi cordura pues en el amor no se necesita.
No sé tu nombre.
No sé tus gustos ni tus intereses ni mucho menos la canción que hace a tu mundo brillar.
No conozco a tus amigos ni he charlado con tus padres.
Pero te diré con seguridad que los dos hemos visto la luna y hemos sentido el sol.
Respiramos un mismo aire y el viento ha acariciado nuestros rostros.
Ambos reímos y lloramos; unas veces de felicidad y otras por decepción.

Sólo me resta decir que es un placer haberte encontrado en esta vida.
Y si por azares del destino te gustaría enfrentarte a un futuro incierto, tomar un paso arriesgado, entregarte al vacío yo prometo estar ahí para recibirte puesto que mi corazón se ha enredado en tu cabello y se hunde entre las espirales que tus rizos forman para no soltarme en un tiempo.
Buena suerte, buenas vibras.

Hasta siempre.