viernes, 31 de julio de 2009

Sabor amargo.

Con sabor amargo me viene la vida
que pasa de día a noche sin avisar si
pueda o no detenerse, pues los deseos
de un ocaso permanente pueden
dominar el tiempo al igual como
se vive la eternidad en un largo
beso francés
que cuando acaba
las manecillas
vuelven a correr.

Ver la partida de un conocido,
escuchar el llanto de un niño,
limpiar sus lágrimas,
levantar al caído...
mi boca se llena de hiel.

Darse cuenta que el cielo es azul para
todos como verdes son los pastos
vistos de todas perspectivas.

Con sabor amargo me viene este
sentir mientras capa por capa retiras
los bloques de mi pasado.

Envolviéndote de remembranzas
que se impregnan en el aire
y se adhieren a las gotas
de sudor que caen por tu frente.
O como panfletos repartas
mis cartas de amor
a mujeres de una o varias noches
que entre gorgojeos las letras
de esos papeles se diluyen
ahogadas en secresiones
carentes de sentido.

No me quito la amargura de mi boca.

Los recuerdos son estatuas de marfíl.